jueves, 26 de julio de 2012

OLOR A COSO VIEJO


Cada vez que paso por el Coso Viejo y veo los grandes árboles que hay allí , recuerdo el día en que los plantamos un grupo de alumnos encabezados y dirigidos por Don Francisco Onteniente.
 Me parece que fue ayer y ya han pasado más o menos treinta y tres o treinta y cuatro años. Algunos de estos árboles que no eran más altos que nosotros, cogieron tal volumen que los tuvieron que arrancar y casi todos los demás siguen ahí viendo cómo pasa el tiempo.
 Allí, ahora no se dan clases de enseñanza , creo que hace de escuela de música y clases de diversos fines, pero hace treinta y cinco , y cuarenta, y más y más años a las nueve de la mañana aquella “pista” del patio de recreo era un hervidero de chiquillos y chiquillas que formaban por clases en fila de a uno para entrar  al cole ordenadamente, los más mayores gastando alguna broma y los más pequeños canturreando una monótona canción que casi aún llega a mis oídos…¡¡¡A la fiiii-laaa, a la fiii-laaa!!!, todos desfilábamos cera “alante” al cole ,por detrás de aquella estatua de Don Pedro José del Amo y como hormiguillas nos distribuíamos por las diferentes aulas, los más parvularios en la planta de abajo y los “mayores” en las dos restantes superiores.
 Mientras nos íbamos colocando en nuestras mesas , los maestros (Doña Elvira, Don Julio, Doña Elisa, Don Francisco, Don Venicio, don Leonardo, Doña Maria José, don Isidro ó Isidoro -son algunos de los que recuerdo-) se echaban un cigarrete, no porque estuviese prohibido fumar en las aulas , sino por echar una última “charlailla” y enfrentarse a aquellos grupos de escolares que formaban las clases de algunas veces más de cuarenta alumnos.
Transcurrido un rato cada maestro entraba en su clase, y el griterío se iba apagando hasta “no oírse una mosca”, se cerraban las puertas y aquellos jóvenes que a nosotros nos parecían tan mayores ,se empleaban en la ardua labor de convertirnos en los hombrecetes y mujercitas del futuro. Cada clase se iniciaba “pasando lista”, y el listado de compañeros de mi clase era el siguiente:

Alarcón Clemente Jose Alberto
Alcolea Jiménez María del Carmen Cortes
Antequera Espadas Adrian
Brazález Aro Pedro Antonio
Cantero Bonilla Rosa María
Del Coso Alarcón José Carlos
Delgado García Margarita
Giménez López Luisa
López Alcolea Montserrat
López Garrido Jorge Santiago
López Morales Juan Pedro
López Martínez Francisco Javier
López-Osa Escudero Blas César
López Romero Ana Isabel
Manzaneque Villajos Francisco José
Mateo Almansa Ana Isabel
Mena Alcolea María Teresa
Morales Bonilla Mari Cortes
Moreno Casellas Elvira
Mota Cobo Julian
Moya Morcillo Maria Teresa
Mulet Alcolea Jose Manuel
Muñoz Pernía María José
Navarro Torrente Miguel Ángel
Onteniente Calero María José
Peláez Mena José Luis
Plaza López Alberto Ramón
Requena López Marta
Salmerón Campos Loreto
Sánchez García Rosa María
Sánchez López Jesús
Santos Muñoz María del Mar
…pues sí, aunque no lo creáis esa era la lista de los compañeros de clase , aquellos primeros compañeros que hace treinta y pico años pasaron a formar parte de mi vida y con los que todos los días y durante muchos años compartí mis vivencias, mis experiencias, mis estudios..aquella era mi familia del cole, y aunque parezca mentira, no me ha hecho falta mirar ningún archivo ni llamar a nadie para recordar todos los nombres y apellidos de cada uno de ellos…a decir verdad, me falta por recordar los apellidos de Benito, y de otro Miguel Ángel, al que llamábamos Miguel Ángel “el grande”, y que como podréis imaginar se debía a que el otro era más pequeño!!!...quizás se me olvide alguno pero creo que he hecho memoria y están, si no todos , casi todos. También estaban los alumnos pasajeros que no compartieron todos los cursos, como Manuel Giménez Sahuquillo, Gerardo Trillo Aranda o Paquita , aquella sobrina de don Sebastián a la que no he vuelto a ver.
Cuando publique este relato seguro que algún “descarriado” aparecerá y me diré ¡¡Coño, como se me ha podido olvidar!!!..espero que no sean muchos.
Don Francisco Onteniente pasaba lista , todos los días. Y al cabo de los días que se convertían en semanas, en meses , en años… aquella monótona lista se fue metiendo en mi cabeza, y al final del nombre cantado, una vocecilla respondía con un “presente” en su mayoría , o en su defecto algún “servidora” (las menos)…y si no ,algún compañero alegaba el motivo de la ausencia: “no ha venido porque tiene anginas”,  “se ha ido a ensarmentar con su padre”, “ esque se ha muerto su abuela”,o simplemente nadie sabía a qué se debía la ausencia del nombrado.
Algunas veces , alguien llegaba tarde y pasaba corriendo. Entonces el profesor aplicaba la ley:  -¡Vamos a ver! ¿esque  nadie te ha enseñado a llamar a la puerta?..venga venga, sal y vuelve a entrar como se debe!!- .. y se repetía la acción pero en este caso ya con el protocolo correspondiente:  toc toc, -¿se puedeeee? , -si hombre si, venga, venga ,pasa y siéntate-.
-Don Franciscoooo!!, es que dicta muy deprisa y me he perdío!!!-
-Don Franciscoooo!!¿¿ puedo ir al servicio??...ya has ido hoy tres veces …¿¿que pasa que esque tienes “mal de orina”??-
-Don Franciscoooo!! cuánto falta pal recreoooo!!!??-
-Don Franciscoooo!! “pacá”, Don Franciscoooo!!! “payá”-…hasta la coronilla tenía que acabar don Francisco….¡¡¡Madre mía que buena le tenía que estar a ese buen hombre la cerveza cuando se sentase en el sillón de su casa "tranquilico"y se olvidase por un momento de aquellos treinta y pico energúmenos que le desgastaban el nombre!!!!
-Don Franciscoooo!!! es que esto no lo entiendoooo!!-, a veces el hombre perdía la paciencia y soltaba: -Este viernes le vas a decir a tu madre que cuando vaya al mercadillo te compre unas “entendederas”!!!-
Recuerdo aquellos olores inolvidables, a los libros de texto nuevos, al plástico con que los forrábamos ayudados de nuestra madre, a la viruta de los lápices al sacarles punta, a la goma de borrar Milan, aquel olor a colonia de la compañera de clase y a algún compañero que olía a humo,- pues no en todas las casas había calefacciones, y el olor de la lumbre se pegaba dejando aquel característico olor a “ratón”-…aquel aroma a plastilina, a rotulador carioca, a mochila, y a bocadillo  de pamplonica, aquel olor a sudor después de hacer gimnasia, a cromos, a humo de tabaco, (los profes podían fumar)…en fín aquel olor a cole…a Coso Viejo!!






-Vamos a ver ”fulanito”- (clamaba don Francisco)- ¿¿por que no has hecho los deberes??-, aquello si era imaginación, ¡¡la de mentiras que se podían decir!!!...lo más normal era el clásico “se me ha olvidao en mi casa”, vamos a ver , vamos a ver - decía don Francisco-, eso es como si tu padre se va al campo y se deja en casa el azahón!!!.
Excusas increíbles a la pregunta ¿Dónde están los deberes?: “estuve tooooooda la tarde en el médico”, “mi hermana pequeña me los rompió” ,”no se lo va a creer usted pero se los ha comido mi perreta”, “se me ha caído la sopa encima y los tuve que tirar”, pero sin duda la más buena la tuvo un compañero de familia humilde al alegar que se había dejado los deberes “encima del piano”,¡¡¡ jooooder que capacidad de improvisación, yo creo que en esos casos, don Francisco cuando estuviese solo en su casa se tenía que mear de la risa!!.. ¡¡y yo me imaginaba aquellos deberes olvidados encima de un gran piano de cola reluciente!!...y también me meaba de la risa!!!
Otra vez una amiga llevó un pájaro y se le escapó, tuvimos que retirar todos los muebles para encontrar el pobre guacharete que estaba más asustado que un gorrino en una noria!!,¡ aquello era pa verlo!, cuando estábamos a punto se cogerlo, alzaba el vuelo y se iba a la otra punta del aula volando sobre las cabezas de las chicas que gritaban, y mientras don Francisco detrás del pájaro , diciendo su típica frase de cuando empezaba a perder los nervios: ¡¡¡Madre mía del Pilar!!!.
Mil recuerdos pasan por mi cabeza:
 Los cumpleaños en casa de Montse jugando entre los remolques , que se nos hacía de noche, lo bien que dibujaba Manzaneque, lo “aplicá”que era Tere Moya, el día que Miguel Ángel le dio una patá en las pelotas a Carlos recién operao de fimosis, las visitas a la imprenta del padre de Adri y aquellos calendarios de “mujeres de moral distraída” que le “cogíamos prestados”,










,los ratos que pasábamos jugando en el recreo corriendo y dándonos en el culo como si fuésemos subidos a caballo, la patrulla de Carlos y de Loreto, los cumpleaños de Cesar  y Jose Alberto, con esas tartas de galletas y chocolate que hacían la Virginia y la Joaquina y aquellas catas de tulicren, 







aquellos cumpleaños de la guapísima Margarita con su prima “Rosamari” y Olga, remojando las patatas fritas en la cocacola y en la mirinda y la Isidra que nos inflaba a bocadillos -¡¡comer comer no os quedéis con gana hijos mios!!-, aquel año en que Carlos empezó el curso contándonos que había tenido un hermanito, Brazalez y Jordi los porteros de los equipos de futbol en los que casi nunca jugué, las carreras de la semana de convivencia que siempre ganaba Juampi, los recreos con “Pelaceta”, Julianín, Miguel Ángel el pequeño, las coreografías que preparaba Doña Elvira con Elvirita las dos Maria Josés y las demás chicas, el día en que don Francisco se compró el  Seat 131 supermirafiori y su hija nos lo enseñó por dentro..¡como olía a nuevo!,



 aquellos concursos de fin de curso emulando el Un, Dos, Tres y María José Muñoz ,imitando a Maira Gómez Kenp, ese pelo negro brillante de Ana Mateo que tantas veces se sentó a mi lado en la clase o aquella risa contagiosa de Ana López Romero (la flor y el sombrero, añadía ella), aquella cartera de pana de Marimar, aquellos primeros días en los que mi hermana comenzaba a ir al cole y yo durante el recreo la buscaba para ver si estaba contenta ,aquellos viernes de marzo todos en fila y de la mano para ir a besarle los pies a Jesús,






 aquella primera excursión a Cuenca y aquellas lagrimillas que se le escaparon a algunas madres cuando el autobús partía, el reparto de caramelos, mesa por mesa, cuando alguno cumplíamos años, la visita a la emisora, para ver como se hacía la radio, aquella “lloraera” que cogían algunos cuando iban a vacunarnos a las clases ,en fín, recuerdos, recuerdos y más recuerdos, casi todos buenos … podría estar contando mil anécdotas y mil cosas que nos pasaron y que vivimos, y de todos y cada uno de mis compañeros guardo algún pasaje, alguna anécdota, alguna frase o recuerdo entrañable, por pequeño que fuera….¡de todos!.
Comencé en el Coso Viejo con 4 años –creo-, primero tuve una maestra que se llamaba Doña Mercedes, una señora muy morena, que si te portabas mal te arreaba un palmetazo en la mano, y si hablabas mucho te ponía una lengua gigante de cartón atada con una goma , para que los demás se riesen de ti, (eso hoy en día hubiera traumatizado a cualquier niño y hubiera salido la profe en la tele) yo gracias a Dios no tengo pesadillas ni he arrastrado ninguna secuela, aunque a decir verdad no guardo buenos recuerdos de aquella señora. Luego tuve a doña Carmen una señora rubia muy maja todo dulzura que vivía, en el Paseo Martires al lado del salón de Antoñico, (años más tarde cuando regenté el restaurante Pórtico recuerdo que ella y su marido iban juntos a cenar , y en una ocasión me acerqué a ellos y los saludé y le dije el grato recuerdo que guardaba de ella. La buena señora me dijo que se acordaba de mí, me dió un beso y se emocionó un poco y yo volví a sentirme con cinco años).
En aquella época la educación era distinta, los padres le decían a los maestros,"con que me traiga una oreja es suficiente" o “si tiene usted que darle una hostieja al chiquillo, se la dá”, y de vez en cuando caía alguna, ¡vaya si caía!, aunque a decir verdad yo no tengo malos recuerdos de aquella época y si me dieron algún capón seguro que fue merecido, ¡mi problema es que era muy “parlanchín”!
En aquellos años de la infancia lo único en lo que pensábamos era en jugar, jugábamos al pañuelo, al churro , mediamanga,  mangotero, al pillao , al escondite, al quemao, a las bolas, a cambiar cromos, aquellos tacos de cromos cogidos con una goma de los zapatos, a hacer patrullas como si fueramos los hombres de Harrinson, (como yo decía).






Aquellos recreos se hacían muy cortos , yo como de costumbre con mis buenas hambres me cascaba sin decir “mepaece”, un bollo lleno de jamón, y si a mi hermana le sobraba del suyo, también arramplaba, aunque me consta que Manolito Mateo estaba “al quite”, y se me adelantaba.






 Tras el recreo, (del que llegábamos sudando como pollos), solo quedaba una hora y era la más tediosa, estábamos ya con ganas de salir , sobre todo cuando llegaba el verano y no había cole por las tardes, entonces bajábamos todos las escaleras pero ya no formábamos para salir, entonces bajábamos  en “tropel”, a empujones, deseando salir del cole y marcharnos a casa jugando por el camino y sabiendo que al día siguiente nos volveríamos a ver allí en el mismo sitio….a la misma hora…en el Coso Viejo!

Dedicado a todos los maestros y alumnos que alguna vez pasaron por el Coso Viejo