martes, 20 de noviembre de 2012

LA PELUQUERIA DE ABRAHAM


LA PELUQUERÍA DE ABRAHAM

Los sábados no había que madrugar así es que podía estar hasta las tantas metido en la cama pero no sé cómo me las apañaba que sucedía todo lo contrario y a las nueve y media estábamos con el ojo abierto mi hermana y yo. Ese día mi padre , en lugar de hacerlo a medio día ,encendía la calefacción por la mañana temprano ya que pasábamos más tiempo en casa y le echaba carga doble de carbón. Cuando despertábamos, la casa estaba calentita y comenzaba el maravilloso ritual del baño. Aquel era uno de mis momentos preferidos de la semana ,principalmente porque era "solo uno" a la semana (se conoce que nos ensuciábamos  menos), y en casi todas las casas era o el viernes antes del Un, Dos, Tres o el sábado antes de Sabadabadá.




Mi madre llenaba hasta la mitad aquella bañera rosa y nos metía a mi hermana y a mí allí a enjabonarnos el cuerpo y dejarnos más limpios que una patena, (aquello de la patena me sonaba a mi a chino, hasta que años más tarde me metí a monaguillo y descubrí el significado de aquel “palabro”). A mí me gustaba ver como mi hermana disfrutaba del agua y chapoteaba como un pato poniéndolo to perdío y cuando terminaban con ella mientras la secaban y le echaban sus cremas y sus potingues, yo abría el grifo del agua caliente , llenaba un poco más la bañera y gozaba como un enano echándome agua por la cabeza con un cubete rojo de esos que se utilizan para jugar en la playa. ¡¡Lastima de cubo, nació y murió sin ver el mar, el pobre no salió del cuarto de baño!!.




Y allí estábamos los dos en el comedor frente a la tele en blanco y negro tapándonos con las faldas de la mesa y chupándonos el programa de Torrebruno con los tigres los leones , el pinchadiscos Horacio y todo lo que nos echasen por la caja tonta. A mi me gustaba comerme un buen bocadillo de sobrasada o de foigrás y luego remataba la faena con un vasejo de leche con colacao y debajo del mueble de la tele solía haber cuando se acercaban las fechas navideñas una bandeja con pastafloras, mantecados y royetes de anís…y yo que estaba en edad de crecimiento , me “empleaba” en la bandeja hasta que mi madre se percataba y los recogía  con la excusa de que se me quitaría el hambre a la hora de comer…han pasado treinta y pico años y a mi el hambre de la hora de comer “ no se me pasa ni patrás”!!!!!
-Anda (decía mi madre), vete a hacerle una visita a tu padre a la peluquería y te fijas como trabaja ,que es como más se aprende, mirando mucho-
La mujer intuía que no me iba a tirar ni por la física cuántica ni por las ciencias matemáticas…¡¡Vaya que lo que es astronauta como que no me veía!!! Y me mandaba a la peluquería de mi padre que por otra parte era uno de los sitios donde yo era el hombrecillo más feliz del mundo.
Hacía frío , mucho frío , pero en la peluquería de Abraham había otra temperatura , otro clima y otra atmósfera.




 Lo que más llamaba la atención de aquel ambiente era el humo, un humo que se podía cortar, pero no solo era el humo , era también la humedad que provocaba la estufa de butano, una de aquellas estufas catalíticas de butano (una super-ser) que producían una humedad espantosa, las paredes estaban pintadas de pintura plástica brillo para poder fregarlas y en los días de mucho frío con la condensación de la humedad, aquella pared chorreaba que parecía una sauna turca!!.


Yo entraba a  aquel pequeño local que no tendría más de 10 ó 12 metros cuadrados y me envolvían aquellos aromas tan fuertes y peculiares remezclados…olía a jabón de afeitar , a estufa de butano ,a tabaco negro, a humo de puros, a la humedad del pelo cortado acumulado en el cajón de madera, a masaje de afeitado Floid, a polvo de talco, agua de colonia, periódicos , caramelos de la tos, paños limpios para el afeitado….una mezcla que se convertía en un solo olor y era la mezcla de todos ellos..









La peluquería tenía seis o siete sillas para esperar y los sábados por la mañana todas estaban ocupadas por hombres que iban a cortarse el pelo, hacerse el cuello o afeitarse. Yo entraba a aquel pequeño local y antes de que se me ocurriera dar los buenos días un hombre alto que estaba de pié fumando un ducados le decía a mi padre. –maestroooo ya tienes aquí al ayudante!!. Mi padre tenía la navaja en la mano y estaba afeitando a un hombre vestido de negro, un señor con la cara llena de espuma y cuya identidad iba yo adivinando a cada pasada de la navaja .
-Ea pues si algún día quiere ya sabe dónde tiene un sillón para él!!!.
Y así es , allí estaba aquel sillón vacío que en otro tiempo no muy lejano fue utilizado por oficiales de peluquería que ayudaban a mi padre y que con el paso de los años y el adelanto de las cuchillas de afeitar domésticas sería retirado a un rincón de la peluquería y su asiento se llenaría de números atrasados del ABC. 


(es el sillon de la foto restaurado)


El hombre del ducados se agachaba y me repizcaba el moflete…-¡¡tú de mayor cirujano, lo que yo te diga , que yo me codeo con ellos y esos sí que ganan dinero!!-. Aquel señor alto del cigarro inapagable era Goyito “el de las ambulancias”, y siempre me insistía con lo mismo , que me hiciera forense, o cirujano…bastante sabía yo lo que era eso.
-Pues hombre si se hace cirujano menuda alegría para la familia , pero no te pienses que si sigue con la tradición tampoco me va a dar coraje Goyo!!! - decía mi padre-
Giraba el sillón ,echaba masaje de afeitado en la cara del cliente, le daba a la palanca con el pié e incorporaba el sillón que estaba en posición de afeitar, quitaba el paño de cuello y el cliente se levantaba, era un señor alto , vestía pantalón negro, camisa blanca , chaleco negro, se metió la mano en el bolsillo y saco un billete de cien pesetas para pagar, luego busco en un bolsillo y sacó un reloj de cadena, lo miró se acercó a la percha y cogió su sombrero negro y se lo puso…-Ale aquí os quedáis, hasta el lunes maestro!!! . –A pasarlo bien Julian- , respondía mi padre. Aquel señor era Julian Lara , otro incondicional de la peluquería.
Aquel era un lugar de tertulia y siempre había alguien no solo para cortarse el pelo , ni afeitarse , sino como mero lugar de encuentro…Recuerdo a algunos clientes y tertulianos como Julian Lara, Goyito, Juan José Romero, Paco Diaz-Carrasco "el serio", Fortuna, Timote, Rafael “el bendito”, Efren ,Marianito, Manolo Plaza, "Matietas"  Diaz-Carrasco, Antonio el carbonero, Toldos…Allí se discutía de toros , de futbol, se hacían tratos , se vendían coches, se compraban viñas, se hablaba  del tiempo , se corría la voz de quién se había muerto y por supuesto (con Goyito por allí), de quien había nacido.
Cuando pasaba un buen rato y me aburría, hacía mi recorrido por los comercios vecinos de la zona; Al salir de la peluquería a la izquierda estaba el almacén de la Mahou y muchos días en la puerta estaba Antoñico , algunas veces me pasaba al almacén lleno de cajas de Mahou, Pepsi y Mirinda y me daba alguna cosa, un abridor de chapas , un póster de fútbol, un calendario…Muchas veces en la puerta aparcaba un camión enorme de cajas o barriles de Mahou y allí entre “chimeneas” y algún amiguete se lo descargaban ( a mano), en un santiamén. A la derecha de la peluquería estaba Jose Vicente Moya en su pequeña tienda vendía todo tipo de perfumes , cremas , maquillajes , pintalabios, y demás artículos destinados al público fémino, también creo recordar vagamente a su suegro que muchas veces estaba con él y tenía un carrillo con el que llevaba paquetes, Jose Vicente siempre me decía alguna cosa y en verano casi siempre caía un balón de Nivea!!.



Más adelante había una puerta abierta casi siempre en la que se abría un patio que daba a una vivienda y por una escalera se subía a la consulta de don Andrés Navajas. Los sábados se llenaba la clínica del dentista de gente del pueblo y de forasteros de pueblos vecinos, que venían. Yo nunca llegué a subir arriba pero he oído hablar mucho  de ese lugar por lo pintoresco que era. Y a la derecha del patio vivía una señora , la "Carmen de Angulo" le llamaban y vendía joyas y relojes aunque no tenía establecimiento dedicado a ello , era como un negocio de ratos libres.
 Después de este portal estaba la confitería de Andrés , a mí me gustaba ir allí , me gustaba el olor que aspirabas cuando entrabas en la tienda , siempre estaba allí Pepe Andrés y su señora La Rosa , yo pegaba la nariz a los cristales y miraba aquellos dulces y no sabía cuál elegir y tras aquellos manjares se encontraba una estancia un saloncito con un sofá y una tele desde  donde un pequeño Juanfer me saludaba!!. La señora Rosa agachaba la cabeza y me miraba por encima de sus gafas. -¿Qué, te has decidido ya?...uf yo me comería todos, pero al final…-Deme un riñón- Ella lo cogía con las pinzas lo ponía en una servilleta de papel, yo lo cogia , lo olía y le arreaba un bocao bien grande…--mmmmm que explosión de sabor ese bizcocho estaba borracho ,jugoso y tierno , sabía a bizcocho, licor coco y chocolate todo junto y yo me volvía loco y salía de la tienda en completo éxtasis, mis preferidos eran los riñones y los corchos, pero había pezuñas, bambas, troncos, san Marcos, palmeras, milhojas (que eran devoradas en tiempo de vendimia por las forasteras),pastas de te, y otro de mis favoritos , los bocaditos de nata!!!.




Siempre había alguna dependienta, cuando yo era muy pequeño recuerdo a Isabel y luego estaba la Goya , pero a la que con más cariño recuerdo es a Laura Rosillo que con su largo pelo despachaba a diestro y siniestro sin perder nunca la sonrisa!!...
Tras eso, me acercaba a la tienda de regalos de la Vicenta y me asomaba por los cristales, ahí podías ver desde una percha de esas de peluche para una habitación infantil, hasta una alfombra ,pasando por figuras de porcelana...etc, etc, etc...era como la tiendas de los chinos, pero sin chinos y hace treinta y pico años!!!
Volvía a la peluquería, -papá dame dinero pal pastel- le decía con la boca llena de riñón!!!..-Ya verás , se te va a quitar el hambre a la hora de comer-
-Que manía con que se me quita el hambre-…si me comía otros cuatro pasteles de buena gana!!!
¡¡Voy a ver a la prima!!!...esa era la última visita.
Cruzaba la calle adoquinada y entraba en la pequeña papelería de  Aurori, allí estaba mi prima con sus bolis , sus libros , sus folios, grapas , gomas, cuadernos y cartillas y sus fotos de Miguel Bosé, y su música también de Miguel Bosé!!...Y allí me pasaba otro rato bacineándolo to y hablando con mi ella de tonterías -¡que bien me caía la Aurori !-
Hasta que llegaba la hora de comer y me iba con mi padre de la mano a mi casa, por supuesto a comer , porque yo lo de comer eso si que no lo perdonaba.