“OBERBUQUIN” EN LAS MÁQUINAS DE PERONA
Estaba a punto de encender aquel cilindro que me haría ser
un hombre de verdad, a partir de entonces mi vida cambiaría para siempre, ya
nada sería como antes. Un hombre de verdad , -no era un hombre-, sin un buen cigarro en
la boca, -pensaba yo-, y estaba dispuesto a aspirar ese elixir que me
convertiría en un “tío machote” con todas las de la ley.
La gente fumaba en las películas, en las series de televisión
(los ángeles de Charlie, Colombo, los hombres de Harrelson), etc, fumaban en
los anuncios de la tele, la gente fumaba en el trabajo, por la calle, en la
moto, en el coche, en el campo, los maestros fumaban en el cole, y sobre todo y
donde yo más me había fijado, la gente fumaba en las máquinas de Perona, ¡ bueno!, en las maquinas de Perona más que fumar , los muchachos nos envolvíamos en
humo, menuda zorrera se liaba sobre todo los sábados por la tarde, aquello era
soltar un cigarro y coger otro. Yo me fijaba y me quedaba absorto viendo como
los chicos que a mí me parecían muy mayores (catorce o quince años), realizaban
el ritual , sacaban el paquete del bolsillo de la camisa, o el más “moderno” lo
llevaba sujeto en el hombro, presionado por aquella camisetilla interior Ferris
color blanco por supuesto!; Había que dar un pequeño golpe para que saliera la
punta del cigarro del paquete, luego lo ideal era sacar el cigarrito y golpear
enérgicamente la boquilla contra el reloj Casio, con el fin de apelmazar y
prensar el tabaco y lo suyo era encender el cigarro con una buena cerilla, de
esas de fosforera española , aquellas que venían en una cajita con un dibujo de
un gallo.
Pero no se debía encender como encendían las madres, apoyando un
dedito en la cabeza de la cerilla ¡¡noooooo!!, así solo se encendía el hornillo de la cocina ,¡ noooo!, había que
emplear la técnica tres dedos, es decir se cogía el fósforo con los tres dedos
(índice , pulgar y corazón ) y se chiscaba en el rascador de Arriba abajo , era
la técnica de las películas del oeste o de gangsters…!eso si molaba¡, si
conseguías que una chica te viese mientras encendías un cigarro así , seguro
que la tenías en el bote, no podía fallar!!
Los chavales empezaban comprando cigarros sueltos en casa de la María “la de Jaramillo”, -no
tenía paciencia la señora , ni ná- , yo no sé como aguantaba la mujer aquella
riolá de chiquillos los sábados por la mañana, eso era pa volverse loca,-María
dame un dedo , una nube, un ladrillo, una bolsa de galaxias, dos de pipas , y
un escalofrío-, -¡¡María me toca a mí, me toca a mí!!, dame un sobre sorpresa
un paquete de bang-bang, un chupachús de Cojac y un regalí negro, y entonces
llegaba alguno de los que empezaban a fumar, -María dame dos cigarros y una
caja de cerillas- ¡¡dos cigarros!!- y se quedaba tan ancho- , uno para fumar
mientras echaba un pinball y otro pa la oreja, pa luego. Nunca me olvido de aquellas maquinas pinball con el muelle para
lanzar la bola a la derecha y aquellas setas que disparaban la bola de un lado
a otro y aquellas dianas a las que había que acertar, lanzando la bola con esas
pinzas accionadas por los dedetes.
Yo era solo un crío, pero me pasaba las horas en aquellos
recreativos, apoyado en el lateral de una máquina, viendo como aquella esfera
metálica contabilizaba todos sus golpes en el marcador -aún analógico- (de
ruleta) haciendo un ruido inconfundible al subir la puntuación. Más adelante y
poco a poco se fueron incorporando los marcadores digitales y volviéndose cada
vez más complejas y divertidas.
Cuando los sábados
llegaban las doce del medio día o las siete de la tarde, los recreativos
estaban en hora punta y con “oberbuquin” de gente esperando, y los sonidos de
ocho o diez pin-ball, una docena de máquinas de marcianitos, comecocos, etc, monedas
cayendo de las máquinas de cambio, carambolas de las mesas de billar,
choquetazos de las pelotas de ping-pong convertían el local en un batiburrillo
de sonidos y olores que es imposible que se olviden , por muchos años que
pasen.Y para grabar el sonido “a fuego” nada mejor que un ejército de muñecos
de hierro golpeando las bolas de futbolín y metiendo goles a tracañazo limpio
durante horas y horas!!…¡¡Como para olvidarte!!!
Y todo este circo de fieras ansiosas de juego, de golpear
bolas, de matar extraterrestres, de vencer enemigos, de golear adversarios, era
controlado por un solo domador: Anastasio.
Este hombre siempre
lo recordaré con las manos en los bolsillos, una en el de las llaves de todas las máquinas, cada una
distinta y siempre acertaba a la primera, y la otra en el bolsillo de las
monedas, cambiándonos para seguir con el juego..Seguro que este hombre al que
aún trato y del que guardo buenos recuerdos ya no tiene nombre!!..seguro que
los chavales, se lo gastamos…Anastasioooo!!, que se me ha quedao una bola
atascá, Anastasioooo, que esto se ha tragao un duuuuuro, Anastasiooo que se ha
quedao una bolsa de gusanitos enganchá en el muelle, Anastasiooo dame cambio,
Anastasioo, Anastasiooo, Anastasiooo..¡¡¡que pacieeeencia!!!!
A veces había tanto humo que los ojos se nos ponían rojos,
entre la humisca y la luz de las máquinas ,esos ojos esforzados por no
parpadear para no ser alcanzado por el fuego enemigo, y cuando ya no podías
aguantar más había que asomar la cabeza por una ventana que daba al callejón
trasero de la sala, y respirar, entonces se mezclaba el olor de tabaco con el
de los calamares del casa Pepe, cuya cocina también daba a dicho callejón.
Había chavales muy hábiles con los recreativos, recuerdo una
máquina de marcianitos y en los créditos finales rezaba: “vence batalla tras
batalla y destruye al monstruo como hizo”:…y siempre ponía –Checa-!, joder con
Checa, era un fenómeno, no se las pantallas que se pasaría , pero nunca le
echaban delante!
Otro bueno era Cosme Alarcón, este amiguete, echaba a la
pin-ball diez pesetas, jugaba y jugaba y nunca se le colaba la bola , se sacaba
gratis seis u ocho partidas , por acumular puntos, y luego las vendía por cinco
duros!!..le salía la tarde barata!!.
A uno al que siempre recuerdo en la zona ping-pong y billar
es a Jose Angel Cabezuelo, y en el futbolín , mi primete y Jesús el de la Tere
eran casi invencibles!!.Yo por mi parte alcancé mis mejores hazañas “maquiniles”
con un juego de Kárate que años más tarde pusieron en una nueva sala de recreativos
en frente de ésta y al cual se jugaba con dos mandos.
Me viene a la memoria aquel aparcamiento de la entrada a los
recreativos, donde se apiñaban docenas de motocicletas, pero no eran como las de ahora
de aspecto “plasticoso”, que estéticamente las ves y parece que los chavales
van a salir volando con ellas, aquellas motos mostraban todas su “lencería”, esos
motores metálicos , conglomerado de hierros, motos de “marchas”, altas y bajas
, Gimson, Puch, Rieju, Derbis, alguna Bultaco ,sujetas por esa patilla que
parecía no aguantar el peso, y en los días de verano , entre el aparcamiento y
los recreativos un banco en el que en las horas más tranquilas de sentaban a
charlar los dos “Anastasios”, el dueño del local y el encargado.
Me llamaba la atención que no hubiese muchas féminas por
allí, pero no es de extrañar que una dama no quisiera pasar a un sitio lleno de
humo, tomado por una jauría de mocetes, gritándole a pantallas y voceando cada
vez que marcabas gol en el futbolín, y de no tan mocetes dispuestos a no dejar
escapar una silueta femenina y soltar algún piropo “manchego” de los que hacen
tan poca gracia a las señoritas y del tipo ”¡¡te comería las bragas, aunque
regueldase trapo!!”…¡vaya que aquello era territorio masculino cien por cien!
Yo me recreaba viendo como mi primo Ricar, fumaba aquellos
cigarros haciendo todo aquel solemne ritual, y sujetaba el pitillo en la boca ,
aguantando con un entornar de ojos aquel humo que le subía por la cara,
mientras con las dos manos me goleaba como a un monicaquillo, no conseguía
meterle un gol ni por casualidad, -¡eso iba a ser el tabaco , él como fuma es más hombre y tiene ventaja!-,
pensaba yo.
Con aquellas y otras conclusiones me veía obligado a pegarle
fuego a mi primer cigarro, y para ello elegí como escenario mi corral, (testigo
de tantas tardes de juego) aquel era el sitio idóneo , para que no notase mi
madre el olor del humo, ya que en mi casa no fumaba nadie , y mi madre era mu fina con
la humisca. El material prohibido en cuestión, lo guardaba mi padre en un
cajón, era un resto del tabaco que se llevaba en vendimia para ofrecerle a los
vendimiadores cuando iba a la viña…Un Ducados nada menos iba a inaugurar mis
sanos pulmones, si señor, un Ducados negro ¡con dos pelotas y un palo!, una cosa "flojica" pa ser la primera vez!!!
Imaginaros la foto: yo con seis u ocho años sentado en una
escalera que daba a mi corral con mi cerilleja prepará y dispuesto a hacer
todas las poses posibles en el arte del fumeteo.
Acerqué el pitillo a mis labios , encendí la cerilla y pensé:
¡hay que aspirar bien fuerte para adentro! , ya había dado varias caladitas a
un cigarro sin tragarme el humo, pero para ser un hombrecete había que aspirar “mucho
y pa dentro”, sin pensarlo más, encendí la cerilla, la acerqué al cigarro y
aspiré con tooodas mis fuerzas, notando como sonaba el tabaco al ser quemado .Una
gran bocanada inundó mis pulmones y un dolor intenso en el pecho como nunca más
he sentido se apoderó de mí, a continuación una tosiquera me hizo levantarme ,
me quede atrancao que ni p’alante ni p’atrás, no me entraba el aire , me puse
colorao , no podía respirar, me tiré al suelo y me dí unos fuertes golpes en el
pecho, y cuando creía que me iba a morir, entonces un hilillo de aire consiguió
entrar por la nariz y otra fuerte tos me hizo volver a respirar…¡¡madre mía que
gilipoyas!!!!lo pasé peor que Rochín!! Que asuras y que angustias mas malas me
entraron, me fui a un váter que había en el corral y eche parte de la primera
papilla!!...¡En verdad os digo que tengo cuarenta años y como que no me quedaron
ganas de cigarro ni de cigarra pa nunca!
Años más tarde en alguna boda hice intentona de fumarme un
puro y el resultado no fue muy bueno, siempre me ponía malismo, Cada vez que he
estado cerca de un cigarrito me acordaba de aquel primero que nunca terminé, y
casi ni empecé!!
A veces pienso que
aquel mal rato , me hizo bien , pues gracias a él , siempre tuve clara mi relación
con el fumeteo, mejor dicho mi “no relación”, al cabo de los años tuve muchas
oportunidades de volver a fumar y no lo hice, incluso cuando empecé a trabajar
en los bares...aunque eso….eso si que es ya otra historia