EL AROMA DEL PARQUE Y LOS POLOS DE CARRETERO
No recordaba cómo había llegado hasta la cama pero ahí
estaba, con mis cuatro o cinco años desperezándome y abriendo los ojos poco a poco;
la persiana estaba bajada pero arriba quedaban tres rayitas por las que pasaban
unos rayos de luz, a mí me gustaba sacudir la sábana y ver cómo iban cayendo
lentamente esas partículas de polvo, que intentaba coger con la mano pero se me
escapaban como si fuesen peces resbaladizos en el agua.
No recordaba cómo me había metido en la cama la noche
anterior, no lo recordaba pero sí lo sabía: Mi padre me trajo en brazos.
La tarde anterior, como casi todas las tardes nos íbamos al
parque los tres, mi madre, mi hermana , en un carrito de bebé (creo recordar
azul marino), y yo. Era ya verano, y a mí me gustaba ir al parque, allí me lo
pasaba en grande, recuerdo que me gustaban mucho unos pantalones cortos azules,
siempre llevaba los brazos llenos de calcomanías (yo les llamaba calcamonías) las rodillas llenas de sollejones y mi madre
estaba negra; cuando ya parecía que se iba a caer la costra y a curar la
herida,¡¡¡oootra costalá!!, y venga a llorar y venga “micromina” como yo decía
, recuerdo ese dosificador que chupaba con la perita aquella un líquido rojo
vivo y al darte en la herida , lo que escocía.. -¡Si es que no miras por donde
andas!- me decía mi madre. -¡Es que si miro me pillan y pierdo!.y a mí lo de
perder me gustaba “poconá”!!
El parque lo recuerdo con mucho cariño, me gustaba ese
perfume a tierra mojada, al olor de los árboles plataneros, a la horchata, a
los rosales, recuerdo las manos pegajosas al comer cucuruchos de helado de
chocolate y recuerdo como imponía aquel guarda moreno (Bombilla) que paseaba de un lado a otro con
su uniforme azul y una banda ancha de cuero en el pecho con una chapa redonda y
una gorra de plato.
Mi hermana se quedaba en el carrito entretenida con algún juguete,
y mientras mi madre hablaba sentada en un banco con alguna amiga, yo me
dedicaba a jugar con la arena del parque , pero yo al contrario que la mayoría
de los chicos no me llenaba las manos de arena, ¡¡como mucho con la pala y el
rastrillo!!, pero eso de meter mis manos en la arena y llenarme de tierra,
¡faltaría más!, no era yo “señorito ni ná”, si había que hacer alguna carretera
para jugar con los coches o con las chapas ya me buscaba yo a un buen peón de
albañil al que le fuese indicando por donde tenía que trazar el recorrido, pero
yo la arena ¡!ni tocarla¡¡, ¡ingeniero de caminos, como poco!...Otra cosa era
el agua, el agua era mi punto débil, me gustaba jugar en la fuente que había
para que bebiese la gente ,ponía el dedete en el caño y jugaba a ver donde
llegaba el chorro (quien no ha hecho eso alguna vez)…así podía estar hasta que
veía al guarda o hasta que algún mayor te daba un toque... La fuente estaba
colocada en el “paseo de los enamorados”, conocido así por la afluencia de
parejas a saciar, sus instintos sexuales, (véanse morreos, magreos y
tocamientos)....bueno , más que a saciar, yo diría a aumentar, porque me parece
a mí que las parejas salían del paseo con un calentón que “pa que contate”!!.
Al cabo de unos años cuando sacaron esos globos pequeños
para llenarlos de agua, a mí me dieron en tol gusto, y a más de una pareja le apagué la calentura con
mis lanzamientos precisos, que no sé yo como no me llevaría una “galleta” o la
salpicadura de alguna hostieja !!
Recuerdo jugar con mi primo Pablo Montalbán y sus hermanas,
Inma Ruiz y sus hermanas (las hijas de Felipe Ruiz), también estaba por allí
enrique Castilla, (que era algo mayor que yo), imagino que jugaría con muchos
niños, pero a los que más recuerdo de aquellos tiempos y del parque es a ellos.
Aquel parque
infantil con los artilugios pintaos de
naranja estaban desgastaos de tanto usarlos, ese tobogán que lo bajabas y lo
subías también ¡por donde hay que bajar!, esos puentes en los que te colgabas
boca abajo y se te caían las pesetas y las canicas, ese chino que hacías girar impulsándolo
con los brazos y piernas y del que nos bajábamos mareaos y derrapando, esos
balancines en los que hacíamos ¡chuletas! al compañero de enfrente, recuerdo
que estaban bajo un abeto muy pequeño y posiblemente sea actualmente uno de los
árboles mayores del parque.
Otro de mis mejores compañeros de juegos era sin duda “Paquito”,
el hijo de la “polera” que había enfrente de Carretero, me pasaba horas y horas
jugando con él y con su hermano, y echando viajes al quiosco de su madre, donde
ella y su abuela despachaban.
Yo me subía a un pollete de cemento en el que se
sentaba la gente y delimitaba la zona ajardinada y desde ahí llegaba al
mostrador y le pedía mi polo de naranja (de Avidesa), unos polos de naranja gordetes
y envueltos en un papel azul con un dibujo del mismo polo y que al terminar de comértelos
y mirar el palote , algunas veces tenías premio y te daban otro!!!...menudo
berrinche pillé el día que me dijo Paquito que se iban a vivir a Alicante, fue entonces
algún año más tarde cuando me quedé sin amigo de verano y me cambié a la caseta
de enfrente, a la de Carretero, donde me despachaba aquella mujer que a mí me
parecía la más guapa del mundo y a la que me quedaba embobado mirándola.
Me encantaban
aquellos polos que hacían ellos de limón, que salían medio deformaos del molde
y a los que se les pegaba el papel pero que estaban buenísimos, la de polos de limón
y bolsas de revuelto que me habré comido en el parque mientras contemplaba la
estatua de aquella pareja de vendimiadores con el nene sujetando un racimo en
sus manos que había en la entrada a la derecha.
Otro de los entretenimientos principales era la búsqueda de
chapas, había que buscar las chapas más raras, yo tenía muchísimas…de Pepsi, Mirinda,
cerveza Calatrava, Skol…a mi me gustaban las de bitter Kas, eran mis favoritas,
y me gustaba que no estuviesen muy deformadas.
Tenía una bolsa llena de chapas
y la noche en la que encontraba una de una marca nueva, me ponía más contento
que unas pascuas. Recuerdo que un día buscando chapas me encontré un billete,
un billete nada menos que de 500 pesetas en el que salía un tío con una “boina”
muy rara , un “billetaco” azul bien grande y bien hermoso que vi debajo de una
mesa de metal de las que tenía el bar del parque, lo cogí y salí escopeteao a enseñárselo a mi
madre, que me decía que a ver si se le había caído a alguien, Coño pues claro
que se le había caído a alguien, pero ahora lo tenía yo..a si es que se vino
conmigo para comprobar que allí no había nadie sentado y al final el billete
acabo en mi hucha verde del Banesto (quien no ha tenido una).
El bar del parque ¡otra cosa no será pero mesas ponía unas
pocas!, llegaban hasta la fuente central, a casi la puerta del parque infantil
y se extendía por todos los caminillos flanqueados de setos. Como todos los bares,
el bar del parque a mí me chiflaba , recuerdo que tenía una pequeña bolera,
futbolines, una máquina de laberinto a la que le echabas una moneda, y lo mejor
era , aquella máquina de poner discos y que amenizaba las noches veraniegas; El
repertorio era variadito, desde Bonnie Tyler a Julio Iglesias, desde Rod Steward
a Roberto Carlos, desde los Bee Gees a
Camilo Sexto!
El parque municipal, era un hervidero de gente paseando por
esa tierra húmeda , comiendo helados , sentados en las mesas del bar, apoyados
en la barra, sentados en los brazos de aquellos hermosos bancos de granito
rosado, comiendo “espuertas” de pipas, una algarabía de niños jugando, novios
disfrutando del frescor de los árboles, matrimonios descansando de los días de
trabajo veraniegos en un tiempo en el que el aire acondicionado no se conocía
en Socuéllamos ni en media España, y pasar calor era de verdad ,¡¡pasar la “chicharrina
padre”!!
A mi me gustaba cuando el verano iba avanzando y tocaba la
banda municipal en aquel escenario que ponían al lado de la parte central y que
servía a su vez para hacer las verbenas, instalaban unas tiras de luces de
colores de farola a farola , todo lo largo que era el paseo central, y la gente
parecía más contenta..la feria se acercaba!!
Casi todos los días volvíamos a casa a cenar pero los
sábados eran distintos, los sábados salíamos después de cenar, como casi toda
la gente, y entonces también venía mi padre los juegos eran de noche , y los
polos, y el guarreo de la fuente, y el parque infantil, y las chapas, y al
regresar a casa me gustaba subirme al pequeño murete de piedra sobre el que
descansaba la valla del parque y andar allí encima subido, pasando la mano por
las barras de la valla, barras azules y una blanca, barras azules y una blanca,
y así hasta llegar al final donde daba un gran salto!!. Pero los Sábados al volver
a casa los cuatro ,a mi me entraba la pájara, y me ponía “ronchón”, más o menos
a la altura de la farmacia de don Victor ,y mi padre me cogía en brazos porque yo me
dormía andando..-¡¡cada vez pesas más, de aquí a dos días no voy a poder
contigo!!- me decía- pero yo ya estaba en el séptimo cielo. Ahora pienso en lo
que yo tenía que pesar con cuatro o cinco años y en la edad que tenía mi padre
y en la escalera de mi casa y me doy cuenta de lo que se debe querer a los
hijos…
Y aquí estaba yo en la camita recordando el día de ayer y
pensando en lo bien que lo pasé en el parque y en las chapas y en los polos y
en todo lo que jugué, y todo lo que guarreé con el agua y pensando en cómo se
lo iba a decir a mi madre..En fin tendría que armarme de valor!!!..
Mamaaaaaaa que me he meao en la camaaaaa!!!!!
-Este crío!!!, será que no te lo dije anoche que no te “empanzinaras”
de agua, venga anda levántate…que ganas tengo de que crezcas y te vayas ya a la
mili!! (típica frase de madre).
Pues sí , al final me fui a la mili…pero eso ..eso si que es
ya otra historia!!
No creas que no me acuerdo de las carreteras junto a la valla del parque infantil, intentando que quedase lo más plano y liso posible ayudado del palo de un helado.
ResponderEliminarPero no me acordaba de Paquito (lo que habremos jugao con él), pero gracias a ti he recordado que pasado un tiempo, un verano volvió para pasar unas vacaciones y lo notaba mucho "mayor" que nosotros.
Un abrazo.
sí..Paquito cogió otro "camino"!!
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