jueves, 31 de mayo de 2012

"OBERBUQUIN EN LAS MÁQUINAS DE PERONA


“OBERBUQUIN” EN LAS MÁQUINAS DE PERONA

Estaba a punto de encender aquel cilindro que me haría ser un hombre de verdad, a partir de entonces mi vida cambiaría para siempre, ya nada sería como antes. Un hombre de verdad  , -no era un hombre-, sin un buen cigarro en la boca, -pensaba yo-, y estaba dispuesto a aspirar ese elixir que me convertiría en un “tío machote” con todas las de la ley.


La gente fumaba en las películas, en las series de televisión (los ángeles de Charlie, Colombo, los hombres de Harrelson), etc, fumaban en los anuncios de la tele, la gente fumaba en el trabajo, por la calle, en la moto, en el coche, en el campo, los maestros fumaban en el cole, y sobre todo y donde yo más me había fijado, la gente fumaba en las máquinas de Perona, ¡ bueno!, en las maquinas de Perona más que fumar , los muchachos nos envolvíamos en humo, menuda zorrera se liaba sobre todo los sábados por la tarde, aquello era soltar un cigarro y coger otro. Yo me fijaba y me quedaba absorto viendo como los chicos que a mí me parecían muy mayores (catorce o quince años), realizaban el ritual , sacaban el paquete del bolsillo de la camisa, o el más “moderno” lo llevaba sujeto en el hombro, presionado por aquella camisetilla interior Ferris color blanco por supuesto!; Había que dar un pequeño golpe para que saliera la punta del cigarro del paquete, luego lo ideal era sacar el cigarrito y golpear enérgicamente la boquilla contra el reloj Casio, con el fin de apelmazar y prensar el tabaco y lo suyo era encender el cigarro con una buena cerilla, de esas de fosforera española , aquellas que venían en una cajita con un dibujo de un gallo.




 Pero no se debía encender como encendían las madres, apoyando un dedito en la cabeza de la cerilla ¡¡noooooo!!, así solo se encendía   el hornillo de la cocina ,¡ noooo!, había que emplear la técnica tres dedos, es decir se cogía el fósforo con los tres dedos (índice , pulgar y corazón ) y se chiscaba en el rascador de Arriba abajo , era la técnica de las películas del oeste o de gangsters…!eso si molaba¡, si conseguías que una chica te viese mientras encendías un cigarro así , seguro que la tenías en el bote, no podía fallar!!
Los chavales empezaban comprando cigarros sueltos  en casa de la María “la de Jaramillo”, -no tenía paciencia la señora , ni ná- , yo no sé como aguantaba la mujer aquella riolá de chiquillos los sábados por la mañana, eso era pa volverse loca,-María dame un dedo , una nube, un ladrillo, una bolsa de galaxias, dos de pipas , y un escalofrío-, -¡¡María me toca a mí, me toca a mí!!, dame un sobre sorpresa un paquete de bang-bang, un chupachús de Cojac y un regalí negro, y entonces llegaba alguno de los que empezaban a fumar, -María dame dos cigarros y una caja de cerillas- ¡¡dos cigarros!!- y se quedaba tan ancho- , uno para fumar mientras echaba un pinball y otro pa la oreja, pa luego. Nunca me olvido de  aquellas maquinas pinball con el muelle para lanzar la bola a la derecha y aquellas setas que disparaban la bola de un lado a otro y aquellas dianas a las que había que acertar, lanzando la bola con esas pinzas accionadas por los dedetes.



Yo era solo un crío, pero me pasaba las horas en aquellos recreativos, apoyado en el lateral de una máquina, viendo como aquella esfera metálica contabilizaba todos sus golpes en el marcador -aún analógico- (de ruleta) haciendo un ruido inconfundible al subir la puntuación. Más adelante y poco a poco se fueron incorporando los marcadores digitales y volviéndose cada vez más complejas y divertidas.
 Cuando los sábados llegaban las doce del medio día o las siete de la tarde, los recreativos estaban en hora punta y con “oberbuquin” de gente esperando, y los sonidos de ocho o diez pin-ball, una docena de máquinas de marcianitos, comecocos, etc, monedas cayendo de las máquinas de cambio, carambolas de las mesas de billar, choquetazos de las pelotas de ping-pong convertían el local en un batiburrillo de sonidos y olores que es imposible que se olviden , por muchos años que pasen.Y para grabar el sonido “a fuego” nada mejor que un ejército de muñecos de hierro golpeando las bolas de futbolín y metiendo goles a tracañazo limpio durante horas y horas!!…¡¡Como para olvidarte!!!





Y todo este circo de fieras ansiosas de juego, de golpear bolas, de matar extraterrestres, de vencer enemigos, de golear adversarios, era controlado por un solo domador: Anastasio.
Este  hombre siempre lo recordaré con las manos en los bolsillos, una en el de  las llaves de todas las máquinas, cada una distinta y siempre acertaba a la primera, y la otra en el bolsillo de las monedas, cambiándonos para seguir con el juego..Seguro que este hombre al que aún trato y del que guardo buenos recuerdos ya no tiene nombre!!..seguro que los chavales, se lo gastamos…Anastasioooo!!, que se me ha quedao una bola atascá, Anastasioooo, que esto se ha tragao un duuuuuro, Anastasiooo que se ha quedao una bolsa de gusanitos enganchá en el muelle, Anastasiooo dame cambio, Anastasioo, Anastasiooo, Anastasiooo..¡¡¡que pacieeeencia!!!!
A veces había tanto humo que los ojos se nos ponían rojos, entre la humisca y la luz de las máquinas ,esos ojos esforzados por no parpadear para no ser alcanzado por el fuego enemigo, y cuando ya no podías aguantar más había que asomar la cabeza por una ventana que daba al callejón trasero de la sala, y respirar, entonces se mezclaba el olor de tabaco con el de los calamares del casa Pepe, cuya cocina también daba a dicho callejón.




Había chavales muy hábiles con los recreativos, recuerdo una máquina de marcianitos y en los créditos finales rezaba: “vence batalla tras batalla y destruye al monstruo como hizo”:…y siempre ponía –Checa-!, joder con Checa, era un fenómeno, no se las pantallas que se pasaría , pero nunca le echaban delante!
Otro bueno era Cosme Alarcón, este amiguete, echaba a la pin-ball diez pesetas, jugaba y jugaba y nunca se le colaba la bola , se sacaba gratis seis u ocho partidas , por acumular puntos, y luego las vendía por cinco duros!!..le salía la tarde barata!!.
A uno al que siempre recuerdo en la zona ping-pong y billar es a Jose Angel Cabezuelo, y en el futbolín , mi primete y Jesús el de la Tere eran casi invencibles!!.Yo por mi parte alcancé mis mejores hazañas “maquiniles” con un juego de Kárate que años más tarde pusieron en una nueva sala de recreativos en frente de ésta y al cual se jugaba con dos mandos.



Me viene a la memoria aquel aparcamiento de la entrada a los recreativos, donde se apiñaban docenas de  motocicletas, pero no eran como las de ahora de aspecto “plasticoso”, que estéticamente las ves y parece que los chavales van a salir volando con ellas, aquellas motos mostraban todas su “lencería”, esos motores metálicos , conglomerado de hierros, motos de “marchas”, altas y bajas , Gimson, Puch, Rieju, Derbis, alguna Bultaco ,sujetas por esa patilla que parecía no aguantar el peso, y en los días de verano , entre el aparcamiento y los recreativos un banco en el que en las horas más tranquilas de sentaban a charlar los dos “Anastasios”, el dueño del local y el encargado.



Me llamaba la atención que no hubiese muchas féminas por allí, pero no es de extrañar que una dama no quisiera pasar a un sitio lleno de humo, tomado por una jauría de mocetes, gritándole a pantallas y voceando cada vez que marcabas gol en el futbolín, y de no tan mocetes dispuestos a no dejar escapar una silueta femenina y soltar algún piropo “manchego” de los que hacen tan poca gracia a las señoritas y del tipo ”¡¡te comería las bragas, aunque regueldase trapo!!”…¡vaya que aquello era territorio masculino cien por cien!
Yo me recreaba viendo como mi primo Ricar, fumaba aquellos cigarros haciendo todo aquel solemne ritual, y sujetaba el pitillo en la boca , aguantando con un entornar de ojos aquel humo que le subía por la cara, mientras con las dos manos me goleaba como a un monicaquillo, no conseguía meterle un gol ni por casualidad, -¡eso iba a ser el tabaco  , él como fuma es más hombre y tiene ventaja!-, pensaba yo.



Con aquellas y otras conclusiones me veía obligado a pegarle fuego a mi primer cigarro, y para ello elegí como escenario mi corral, (testigo de tantas tardes de juego) aquel era el sitio idóneo , para que no notase mi madre el olor del humo, ya que en mi casa  no fumaba nadie , y mi madre era mu fina con la humisca. El material prohibido en cuestión, lo guardaba mi padre en un cajón, era un resto del tabaco que se llevaba en vendimia para ofrecerle a los vendimiadores cuando iba a la viña…Un Ducados nada menos iba a inaugurar mis sanos pulmones, si señor, un Ducados negro ¡con dos pelotas y un palo!, una cosa "flojica" pa ser la primera vez!!!

Imaginaros la foto: yo con seis u ocho años sentado en una escalera que daba a mi corral con mi cerilleja prepará y dispuesto a hacer todas las poses posibles en el arte del fumeteo.
Acerqué el pitillo a mis labios , encendí la cerilla y pensé: ¡hay que aspirar bien fuerte para adentro! , ya había dado varias caladitas a un cigarro sin tragarme el humo, pero para ser un hombrecete había que aspirar “mucho y pa dentro”, sin pensarlo más, encendí la cerilla, la acerqué al cigarro y aspiré con tooodas mis fuerzas, notando como sonaba el tabaco al ser quemado .Una gran bocanada inundó mis pulmones y un dolor intenso en el pecho como nunca más he sentido se apoderó de mí, a continuación una tosiquera me hizo levantarme , me quede atrancao que ni p’alante ni p’atrás, no me entraba el aire , me puse colorao , no podía respirar, me tiré al suelo y me dí unos fuertes golpes en el pecho, y cuando creía que me iba a morir, entonces un hilillo de aire consiguió entrar por la nariz y otra fuerte tos me hizo volver a respirar…¡¡madre mía que gilipoyas!!!!lo pasé peor que Rochín!! Que asuras y que angustias mas malas me entraron, me fui a un váter que había en el corral y eche parte de la primera papilla!!...¡En verdad os digo que tengo cuarenta años y como que no me quedaron ganas de cigarro ni de cigarra pa nunca!





Años más tarde en alguna boda hice intentona de fumarme un puro y el resultado no fue muy bueno, siempre me ponía malismo, Cada vez que he estado cerca de un cigarrito me acordaba de aquel primero que nunca terminé, y casi ni empecé!!
 A veces pienso que aquel mal rato , me hizo bien , pues gracias a él , siempre tuve clara mi relación con el fumeteo, mejor dicho mi “no relación”, al cabo de los años tuve muchas oportunidades de volver a fumar y no lo hice, incluso cuando empecé a trabajar en los bares...aunque eso….eso si que es ya otra historia





1 comentario:

  1. muy bueno javi!!! me he reido mucho!!! es el primero que leo, pero seguro que te seguiré!!!! un abrazo!!!

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