martes, 22 de marzo de 2016

¿LES PONGO UN DECANTADOR?...NO, NO , MEJOR NOS PONES GASEOSA!

Antes de todo quiero felicitar a Joaquín Parra López al cual la FEAE Federación Española de Asociaciones de Enólogos le ha otorgado la MEDALLA A LA DIFUSIÓN DE LA CULTURA DEL VINO. Enhorabuena por tu trabajo, los que te conocemos sabemos con que pasión vives este mundo. 
Recopilando información descubro que en Castilla-La Mancha existen estas denominaciones de origen para catalogar a los vinos: Almansa, Jumilla, La Mancha , Manchuela, Méntrida, Mondéjar, Ribera del Júcar, Uclés y Valdepeñas.

De ahí, si cogemos la denominación La Mancha, que es a la que pertenecemos, es el viñedo más grande del mundo con casi 200.000 Hectáreas, 182 municipios y más de 300 bodegas. Nosotros, y me refiero a Socuéllamos, estamos en ese vértice geográfico que al llegar la primavera pasa de ser un paisaje desértico a convertirse en un espectacular mar de vides… Pues aún así tenemos los santos cojones de pasar a un restaurante y preguntar si tienen lambrusco.
No habré chuleao yo de cuando era más joven diciendo que teníamos una de las cooperativas más grandes del mundo… ¿Y pa qué? Porque vamos a ser sinceros, hasta principio de los noventa el vino de Socuéllamos salía poco de paseo, me refiero al embotellado. Y es que en el amplio mundillo del vino o mejor dicho, de cómo vender el vino, nos llevan mojando la oreja muchos años. En la misma Castilla-La Mancha, los chicos de Valdepeñas nos han dado sopas con onda, y si salimos al extrarradio nos han 'calentao el hato' desde la 'consolidada pandilla' de La Rioja y Ribera de Duero, hasta los chicos de Somontano, que ojo cómo saben vender el embotellado de las (para nosotros ridículas) 5.000 hectáreas. O nuestros amigotes canarios que entre todas las islas reúnen 10.000 hectáreas y ole cómo saben sacar el producto y a qué precio.
El principal motivo de este estancamiento creo que siempre fue el mismo, que no es otro que centrarnos en 'los graneles' y mientras que aquí se producía mucho, por ahí se rompían la cabeza en producir lo poco que tenían cada vez mas bueno. Y al otro año nosotros más cantidad y ellos más calidad y al otro año nosotros más cantidad aún y ellos más diseño y nosotros al otro año más cantidad y ellos más desarrollo. Y así hasta que hace unos años, algunos visionarios se comenzaron a dar cuenta y nos propusimos ponernos las pilas, aunque algo tarde.
Sin lugar a dudas cada vez hay más y mejores vinos en la comarca, de eso no cabe duda. En lo que nos hemos quedado atrás ha sido en esa cultura del vino, esa que se nota cuando vas a un pueblo que lo vive o que lo lleva mamando años y que tanto se echa de menos aquí. O al menos yo lo he echado de menos y me ha dado una poca envidia sana cuando he ido a Barbastro, a La Guardia, a Aranda de Duero o a Jerez.
Tenemos que avanzar mucho más en este terreno. Hay que beber más vino y todos deberíamos aprender más de esta cultura que es parte de nuestra esencia. ¿Os habéis fijado cuando vais a los bares del pueblo cuánto vino se consume? ¿Os lo digo yo? Muuuu Pocooooo!!!... Y eso es la pescadilla que se muerde la cola, o lo que es lo mismo,¡como no me piden no compro variedad, como no tengo variedad, no me piden!.
Nos tendríamos que comprometer todos, en primer lugar los socuellaminos, por entender un poco o tratar de entender, los tipos de vino por su maduración, por la variedad de uva, etc. Que no nos de vergüenza preguntar, pero para eso el hostelero tiene que saber, para poder explicarnos. Desde el dueño del bar hasta el camarero que te sirve la mesa, un poco más compromiso por parte de todos. ¿Os habéis fijado que en la comarca en general y en el pueblo en particular hay muchos restaurantes que no tienen carta de vinos? ¿en un Socuéllamos?
El otro día discutía con un amigo en la peluquería porque me decía que para qué queremos un Museo del Vino en Socuéllamos. Hombre, pues cada uno puede tener su opinión pero desde que lleva abierto no ha parado de registrar actividad y me parece que, qué mejor sitio que un pueblo que vive del vino tenga esas instalaciones. Y cuidado que no estoy hablando de la torre, sino del museo. ¡De la torre mejor no hablo que sube el pan! A mi parecer es un espacio muy vital, muy activo y está ayudando a que poco a poco conozcamos este mundo a través de las catas comentadas, las presentaciones de nuevos productos, guías de vino, etc.
 
Al poco de abrir la torre, hace poco después de una de estas catas, le pregunté a unos amigos: "¿Qué tal, como se ha dado?" Y me dijeron: "Bien, pero lo de escupir el vino después de catarlo ¡oye como que no, que no hay manera de acostumbrarnos!" Total, que si nos descuidamos tienen que subir a por nosotros  a la torre porque después de catar diez vinos parece que se azorolla uno un poco. Bueno… ¡por algo se empieza!
Que no se sienta nadie ofendido, creo que es una crítica constructiva y aunque hay un mundillo del vino en este estupendo pueblo y gente volcada como esos agricultores, trabajadores de bodegas, comerciales, asociaciones de catadores, hosteleros o esa semana de Manchavino que tanto renombre ha cogido, pienso que falta mucho por hacer. ¿O NO?

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