martes, 22 de marzo de 2016

RUNNING BLINKING BARRING

¿Os habéis fijado en que cada vez la gente hace más deporte, sobre todo bici y running? Bueno, eso de running es ni más ni menos que correr pero echándole unas pocas ‘perretas’ a la equipación.
Hace unos años me dio por correr. Bueno, correr correr tampoco lo diría yo. Vamos a decir que me pegaba unos trotes, sin los artilugios que se llevan ahora, que más que corredores parecen extraterrestres con tanto fosforito, luces de señalización, gafas, geles de glucosa, ‘reloj pulsímetro, tensiómetro, tiempómetro’, GPS,  cascos para música… ¡Joder, que un día de estos van a salir ya con el desfibrilador incluido!
A los que somos un poco ‘cebollos’ como yo nos cuesta correr. Bueno, nos cuesta hasta andar. Yo me considero una persona muy vital, pero lo que es pa el deporte nací cansao. De pequeño sí que jugaba en el equipo de baloncesto y llegué a jugar en elSocuéllamos, creo que infantiles o alevines. A nivel de pueblo no había quien nos mojase la oreja pero era salir del pueblo y nos metían unas somantas que pa qué.
Bueno que me voy del hilo. Casi siempre me iba a dar unos trotes por la mañana, pero ese día no madrugué y decidí salir después de comer. Así es que, ni corto ni perezoso, me puse mi equipación consistente en unos pantalones de esos tipo mallas, camiseta suelta pa esconder las lorzas (seguro que de alguna marca deportiva tipo ‘Bifiter’ o ‘Caty Sark’), zapatillas de segunda mano heredadas de mi cuñadísimo Alumbreros y un mp3 con musiqueja.
Era invierno o primavera, no lo recuerdo bien, pero si os sirve de referencia fue aquel año en que tanto llovió, se desbordó el río Córcoles y el carreterín se llenaba de ríos de gente (valga la redundancia) que se acercaba a ver aquel espectáculo. En esa época yo vivía en la calle Amargura (deberían prohibir poner esos nombres a las calles). Bueno, el caso es que salía de mi casa, cogía la calle Nacimiento y me iba hasta el carreterín del Monte de la Raya y volvía por la carretera. Pero ese día ocurriría un acontecimiento que haría de mi ‘momento deporte’ una aventura o más bien una desventura.
Dicen que cuando corres, en la base del cerebro se producen unos neurotransmisores opioides que se llama endorfinas y hacen sentirnos bien. Se conoce que ese día las endorfinas se pusieron de acuerdo y se fueron todas juntas de juerga a mi intestino.
Podéis imaginar que el tema de hoy es un poco escatológico. El que no quiera que no siga leyendo, ‘no dirís que no los lo digo’.
Salí corriendo despacico y nada más comenzar me di cuenta que no había cogido el móvil, pero me dio pereza subir a por él. Así es que seguí con la marcheja y cuando llevaba como un kilómetro, noté un pequeño retortijón en la tripa, pero no le hice mucho caso. Continué, pero al avanzar otro poco más me dio un dolor muy fuerte en la barriga y noté como se me estremecía todo por dentro. Los retortijones eran muy fuertes y no me permitían correr, así es que decidí caminar, pero ni con esas. Me tuve que parar y la sensación no pudo ser más clara: me cagaba.
¿Hay algo más desvalido que un ser humano cagándose y sin sitio ni papel? Claro claro, algunos diréis: ¡el campo es muy grande, en cualquier sitio paras y plantas un pino!Pero aaamigo mío, recordad que hay mucha gente caminando, casi todo mujeres de las que salen a andar después de comer. Iban a ver el desbordamiento del Córcoles y como no apretase bien los molletes iban a presenciar otro tipo de desbordamiento y lo de plantar un pino menos aún, aquello no venía en estado sólido.
Imaginaros la situación: estoy a mitad de camino entre el río y mi casa, parado de pie con las piernas cruzadas y un sudor frío que me corre por la frente. Yo para disimularme agacho a hacer estiramientos, y las hermanas pasan por mi lado y se me quedan mirando como diciendo ¿este tío que hace? Y saludan, claro. ¡Buenas tardes! Y yo pensando: ¡No lo sabe usted bien señora, no lo sabe bien!
Los apretones eran como las contracciones de las embarazadas, se pasaban y yo me arrancaba corriendo sin separar mucho los glúteos para que no se escapase unachorrilá. Y notaba cómo venían las nuevas contracciones. ¡Ay madre que ratico más malo! Y oootra vez me paraba y hacía mis ‘estiramientos’. A lo lejos veo un coche de alguien conocido que tiene una viña por ahí. ¡Mi salvadooor! Pero cuando se va acercando a mí, pienso: ¡A ver Javi, no te engañes, no llegas al pueblo con ese Aliens en tu cuerpo ni loco! La explosión es inmediata y a ver cómo le dices a este buen hombre: “Casiano, llévame a mi casa haz el favor pero me voy a cagar en tu coche”. ¡Sí sí, ese Casiano que casi todos estáis pensando! Así que aquel Nissan verde pasó cerca de mí y yo le saludé haciendo mis estiramientos con los molletes apretaos…
Allí me quedé un ratico sudando la gota gorda. Un ratico que a mí se me hizo larguíííísmo hasta que pasaron varios grupos de andarinas y se hizo un hueco lo suficientemente grande para meterme campo a través, pegando blincos cual ‘jabalí en sembrao’ en una tierra embarrá, empozándome hasta las canillas,  buscando la parte de atrás de una casa para que nadie me viese desde el camino. Imaginaros como me puse.  Quien me viese diría: “¡Éste se mete por el barro y tó, qué deportes más extremos!” ¡Acababa de nacer el ‘running-blinking-barring’! Menuda pinta tenía que tener, mezcla de Mr. Bean y bufón de la corte. ¡La madre que parió a Panete!
No daré muchos detalles, el resto ya lo podéis imaginar. En unos segundos realicé aquel exorcismo y eché de mí aquel desecho nuclear y radiactivo del que no daré descripción para no herir la sensibilidad del lector. Eso sí, se me pusieron los ojos en blanco como a la escultura del ‘Éxtasis de Santa Teresa’ de Bernini.
Tan sólo quedaba llegar a mi casa. Eso era pan comido. Cuando nadie me veía corría espatarrao, como si acabara de hacer el Rocío subido en una mula gorda. Y cuando venía gente corría normalito resbalando mis glúteos como si de dos truchas se tratara y me alejaba de los transeúntes para no aromatizarlos. Al llegar al portal, por supuesto evité el ascensor y cuando me duché y volví a bajar una vecina me dice: “oye, ¿te has dado cuenta que últimamente huele mucho a atarjea?”, y le dije: “Sí sí, sobre todo hoy”.
En verdad os digo que si salís a correr por ahí os llevéis un poquito papelejo aunque sea de periódico, a no ser que como yo queráis pasar una tarde de deporte ¡QUE TE CAGAS!

No hay comentarios:

Publicar un comentario